Nuevas alternativas de producción con grillos G. sigillatus. Empoderamiento, emprendimiento y reconocimiento a mujeres rurales del municipio de La Mesa, Cundinamarca - Colombia
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URI: http://hdl.handle.net/10818/49396ISBN: 978-958-12-0596-7
ISBN: 978-958-12-0597-4
DOI: 10.5294/978-958-12-0596-7
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Vernot, DianaFecha
2021Resumen
Es sabido que el consumo de insectos es una práctica tradicional en muchos países. Se calcula que más
de 2000 millones de personas en 113 países consumen insectos (Govorushko, 2019). La entomofagia,
que es como se conoce esta práctica, genera gran interés
por sus posibilidades para garantizar la seguridad alimentaria a nivel mundial (ver, por ejemplo, Bukkens, 1996; van
Huis, 2013), debido a que muchos estudios certifican que
diversas especies de insectos tienen no solamente elevadas
propiedades nutricionales (Osimani et al., 2018), sino que
posiblemente contengan compuestos bioactivos útiles para
la salud humana (Ordóñez-Araque y Egas-Montenero, 2021;
Rodríguez-Miranda et al., 2019).
Desde los comienzos del siglo XIX, la visibilidad de
los movimientos que propenden por el bienestar animal y
promueven la reflexión ética sobre el consumo de alimentos ha traído consigo también un interés aumentado por
el consumo de insectos de forma más masiva. A pesar de
las barreras culturales y sensoriales (Mishyna et al., 2020;
Rumpold y Schlütter, 2013), esta curiosidad ha hecho posible la puesta en marcha de criaderos pequeños de insectos
comestibles. Estos tendrían la ventaja de contribuir a mitigar la escasez de alimentos en muchas partes del mundo
– agravada por el cambio climático – y serían accesibles a
personas de bajos recursos que no pertenecen al sector de
las grandes industrias, pues producirlos no requiere grandes
lotes y costosos insumos en comparación con otro tipo de
cultivos (van Huis et al., 2013).