Schopenhauer: los alcances de una metafísica de lo irracional

Abstract

Nacido en el seno de una rica familia de comerciantes de la liga hanseática, Arthur Schopenhauer es uno de los pensadores que, indirectamente, mayor influencia ha tenido en el pensamiento contemporáneo. Ignorado o desconocido la mayoría de su vida por la academia a la que tanto despreciaba y, en general, por la intelectualidad de su tiempo, vino a conocer algo de fama sólo en su vejez; fama que, si bien fue contento para sus últimos años, fue un fuego fatuo que duró poco tiempo1. La pérdida de interés por su pensamiento puede explicarse, en primer lugar, por la reducción de su imagen a la de un escritor de aforismos y observaciones sobre la vida humana, que, aunque penetrantes, no dejan de pertenecer al campo estrictamente literario. En segundo lugar, por la creencia de que, junto con otros pensadores de su época y posteriores, sustentaba posturas cuestionables como el nacionalsocialismo, que podían apoyarse en su doctrina de la voluntad (de hecho Hitler apreciaba profundamente la obra del filósofo y podía recitar fragmentos de memoria). En tercer lugar, por el descrédito y socavamiento de la razón a que dio lugar su pensamiento, en directa oposición con la tradición filosófica. En cuarto lugar, puede añadirse un factor de la historia puramente circunstancial, que propició la pérdida de interés por la filosofía de Schopenhauer: el relativo olvido, particularmente en la tradición anglosajona, de la especulación metafísica. Finalmente, puede decirse que su integración de elementos extraños a la tradición occidental, como son los pensamientos de origen budista e hinduista, contribuyó, aunque en menor medida, a esta relegación de su pensamiento (Gardiner, 1997: pp. 22-23). En efecto, su interpretación romántica y, podríamos decir, vitalista y no racional de la cosa en sí, sitúa a la razón en un lugar totalmente secundario frente al que solía darle la filosofía tradicionalmente junto con el cristianismo.