Clonación terapéutica
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URI: http://hdl.handle.net/10818/13974Visitar enlace: http://personaybioetica.unisab ...
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López Moratalla, NataliaData
2004Resumo
The ethical judgment on the matter dealing with producing a human clone for it to thrive and be born (reproductive cloning), or merely develop up to the blastocyst condition in order to use its embryonic mother cells in the benefit of the nucleus donor’s health (therapeutic cloning) demands rigorous scientific knowledge and precision. From science itself, it is necessary to know and determine accurately what natural biological fact is being manipulated (in this case the transmission of life in mammals, which is intrinsically sexual), and what kind of process is being artificially attempted: skipping a natural condition and circumventing the barrier to achieve asexual mammal reproduction. The illegitimacy of its application in human beings is obvious, since such a monstrous manipulation of the origin of an individual materializes the most serious aggression ever opposed against human dignity and the procreating nature of life transmission. The character of the individual of the species who owns the zygote is independent from the process by which it is obtained. That the origin of the genetic legacy comes from the haploid pronucleus of a germinal female cell and another male cell is not decisive; or, on the contrary, from the diploid nucleus of a somatic cell obtained from a single individual. What is determinant and decisive to obtain an individual is the suitability of the initial or starting cell (or cells) to convey the genetic message from the beginning and, therefore, with the capacity to evolve, to develop itself as a new member of the species. The nucleus being transferred comes from a somatic cell and it is necessary to “rejuvenate” its genetic information in order to make it able to start conveying the message from its beginning. The more complex the species to which the individual belongs is, the harder this reprogramming. Such reprogramming is not a “subsequent manipulation” of a zygote already obtained: without it, cell division and a more or less chaotic or orderly germination can be produced, but never the sophisticated synchronized and harmonic growth that gives origin to an organism. This is precisely what differentiates a developing organism from a simple and more or less embryonoid cell growth. Knowledge of the reprogramming process of the nucleus of an adult primate’s cell into an ovule evidences that succeeding in human cloning is very unlikely today. At the same time, this knowledge may allow, while acting with sufficient caution, to obtain embryonoid cell structures with some cells having the features of the embryonic mothers. In any case, and even with full guarantees that no authentic human embryo is produced, the need to start from human ovules, as well as the lack of need and the no therapeutic utility of this material for research make [that] the means to obtain the cells [become] disproportionate for the end pursued. El juicio ético sobre la cuestión de producir un clon humano, tanto con el fin de que se desarrolle y nazca (clonación reproductiva) o de que se desarrolle solo hasta blastocito para usar las células madre embrionarias en beneficio de la salud del donante del núcleo (clonación terapéutica), exige conocer y precisar rigurosamente desde la ciencia cuál es el hecho biológico natural que se manipula –la transmisión de la vida en mamíferos que es de suyo sexual– y el proceso que se pretende artificialmente: saltar la barrera natural de los mamíferos a una reproducción asexual. Es obvia la ilicitud de su aplicación a los hombres; una manipulación del origen de una persona de esas dimensiones supone la mayor agresión planteada a la dignidad humana y al carácter procreador de la transmisión de la vida. El carácter de individuo de la especie que posee el cigoto es independiente del proceso por el que se obtenga. No es determinante que la procedencia de la herencia genética sea de los pronúcleos haploides de una célula germinal femenina y otra masculina, o, por el contrario, del núcleo diploide de una célula somática obtenida de un solo individuo. Lo decisivo para obtener un individuo es la idoneidad de la célula (o células) de partida para emitir el mensaje genético comenzando por el principio y, por ello, con la capacidad de desarrollarse como un nuevo miembro de la especie. El núcleo que se transfiere procede de una célula somática y es preciso que se “rejuvenezca” su información genética para ser capaz de empezar a emitir el mensaje desde su inicio. Esta reprogramación es más difícil cuanto más compleja es la especie a que pertenece el individuo. Tal reprogramación no es una mera “manipulación posterior” de un cigoto ya obtenido; sin ella puede producirse división celular y crecimiento más o menos caótico u ordenado, pero nunca el complejo crecimiento sincronizado y armónico que da lugar a un organismo. Esto es precisamente lo que diferencia un organismo en desarrollo de un simple crecimiento celular más o menos “embrioide”. El conocimiento del proceso de reprogramación del núcleo de una célula de primate adulto en un óvulo pone de manifiesto que es muy improbable, en el momento actual, conseguir la clonación humana. Y, al mismo tiempo, ese conocimiento puede permitir, manteniendo las suficientes cautelas, conseguir estructuras celulares embrioides, en las que algunas células tengan las características de las madres embrionarias. En todo caso, y aun con garantía plena de que no se produce un verdadero embrión humano, la necesidad de partir de óvulos humanos, la falta de utilidad terapéutica y la no necesidad de ese material para investigar hacen desproporcionado el medio de obtener las células con el fin que se persigue.
Ubicación
Persona y Bioética; No 22-23 (2004)