@misc{10818/54026, year = {2019}, url = {http://hdl.handle.net/10818/54026}, abstract = {«Al caer en Cumaná fuertes aguaceros, óyese gritar por las calles: Qué hielo! Estoy emparamado!» (Humboldt, 1982, citado por Pérez). A partir de estas líneas, Humboldt hace el análisis de una unidad léxica de carácter coloquial y de enorme arraigo en el habla del país: estar emparamado […] «Es decir: “Qué frío helado! Estoy aterido como en el alto de las montañas”…» (Pérez, 2005, p. 165). El párrafo anterior expresa el sentido y significado de la palabra que nos compete: «emparamado», la que se enmarca en la categoría gramatical de adjetivo, derivada a su vez del verbo: «emparamar» del cual parte nuestro análisis. Según el diccionario de la lengua española, «emparamar», viene del prefijo en- y el sustantivo páramo. Es un verbo transitivo, usado también como pronominal en países como Colombia, Ecuador y Venezuela, el cual es definido así en sus diferentes acepciones (Real Academia Española, 2018): Aterir, helar. Dicho de la lluvia, de la humedad o del relente: mojar.}, publisher = {Revista Neuronum}, title = {¡Emparamado!}, author = {Casas Malagón, Pedro Javier}, }