Documentos - Derecho y Ciencias Políticashttp://hdl.handle.net/10818/316862024-03-29T09:33:57Z2024-03-29T09:33:57ZLa cultura dominante y el fundamentalismo secularistaRodríguez Iturbe, José Benjamínhttp://hdl.handle.net/10818/285202023-06-06T19:58:17Z2012-08-01T00:00:00ZLa cultura dominante y el fundamentalismo secularista
Rodríguez Iturbe, José Benjamín
El asesinato del Archiduque Francisco Fernando de Austria [1863-1914], heredero del Imperio Austro-Húngaro, fue en Sarajevo, el 28 de junio de 1914. Winston Leonard Spencer Churchill [1874-1965], quien era Primer Lord del Almirantazgo [1911-1915], ante la tempestad de nihilismos terroristas, odios nacionalistas y de afanes revanchistas que desembocaban en la que entonces se llamó la Gran Guerra (la I Guerra Mundial), escribía, un mes después, el 29 de julio de ese mismo año, al día siguiente de la declaración de Guerra de Austria-Hungría a Serbia, en carta privada a su mujer, Clementina [Ogilvy Spencer-Churchill, 1885-1977], describiéndole la difícil situación internacional. Le decía que “todo está abocado a un colapso catastrófico” porque “una oleada de auténtica locura e insensatez ha barrido la mente de la Cristiandad” . La Europa de la cual Churchill se sentía parte a comienzos del siglo XX era la Cristiandad, a pesar del hondo desgarrón de la unidad católica, de la Respublica Christanorum, con la Reforma protestante, en el siglo XVI.
22 páginas
2012-08-01T00:00:00ZNarciso Coll y Prat y Juan Germán Roscio: los “agustinismos” diferentesRodríguez Iturbe, José Benjamínhttp://hdl.handle.net/10818/285162023-06-06T19:58:17Z2016-01-01T00:00:00ZNarciso Coll y Prat y Juan Germán Roscio: los “agustinismos” diferentes
Rodríguez Iturbe, José Benjamín
Hablar de religión y política en la independencia venezolana supone tener en cuenta varios elementos culturales e históricos. En primer lugar, el regalismo borbónico en su proyección hispánica había generado la visión de la estructura eclesiástica como un elemento no secundario de la institucionalidad del régimen monárquico. En segundo lugar, a la forma mentis generada por el regalismo hay que añadir la doctrina común para la época en el mundo católico de que el Estado confesional era lo deseable, por no decir lo óptimo, en el ámbito propiamente jurídico-político. En tercer lugar, resultaron no sólo no coincidentes sino, a veces, antagónicas, las visiones de las relaciones entre la política y la religión y las relaciones Iglesia-Estado, vistas desde un ángulo estricta o prioritariamente europeo o desde una óptica independentista americana. Es comprensible que, tanto para España como incluso para el pontificado de Pío VII, la realidad del proceso hispanoamericano intentase ser interpretada y comprendida desde el ángulo de la convulsa situación europea del período napoleónico y postnapoleónico. Pasados algunos años, ya en el pontificado de Gregorio XVI, la ruptura de relaciones de la Santa Sede con España facilitó, entonces, el proceso del reconocimiento de las nuevas Repúblicas y la normalización en ellas de las relaciones Iglesia-Estado.
Para la más adecuada comprensión de las complejas relaciones entre religión y política en las Independencias Hispanoamericanas, y específicamente en la venezolana, se requiere superar la mutua ignorancia. Desde el ámbito académico español no se ha hecho, hasta tiempos recientes, un esfuerzo relevante para comprender a Hispanoamérica desde las perspectivas hispanoamericanas; ni desde Hispanoamérica se había realizado, hasta el último tercio del siglo XX, una tarea necesaria para la propia comprensión de su proceso histórico, consistente en el conocimiento y comprensión del proceso histórico de España como elemento necesario para superar una autorreferencia a todas luces limitante (cuando no deformante) en la propia captación y comprensión cabal de la criollidad.
93 páginas
2016-01-01T00:00:00ZPalabras del prof. José Rodríguez Iturbe a los integrantes de la promoción 2013-1Rodríguez Iturbe, José Benjamínhttp://hdl.handle.net/10818/285112023-06-06T19:58:16Z2013-08-08T00:00:00ZPalabras del prof. José Rodríguez Iturbe a los integrantes de la promoción 2013-1
Rodríguez Iturbe, José Benjamín
Han querido Uds. que el Profesor que les dirija unas palabras, en este acto que tiene mucho de alegría, algo de recuerdos y mucho de esperanzas, sea yo. Lo agradezco mucho. Lo considero una distinción que manifiesta aprecio.
Por aquello de la bondad de la brevedad de que hablaba Gracián, no vengo a atormentarlos con larga perorata. En una ocasión como ésta, me parece que lo que se espera del docente es que recuerde lo medular, que remache, en la memoria y en el corazón de cada uno de quienes terminan en las aulas sus estudios, lo que considera de mayor importancia para la larga carrera de la vida. En ese sentido debo pedirles, porque para ello tendrán la ayuda de Dios, que sean gente de bien. La bondad de las personas no la da un título académico, ni un cierto status, ni la holgura económica. Cualquier graduado puede ser un distinguido sinvergüenza o un avaro perverso. La bondad la hace en cada uno el Creador y Redentor, contando con la respuesta de cada quien a su gracia. Sólo quien lucha contra sí, consciente de sus limitaciones y defectos, no se envanecerá neciamente con los éxitos, ni considerará ls fracasos como sepultura de sus posibilidades. Sólo quien está bien construido por dentro reconoce su condición de creatura y respeta —de veras, en su trato— al semejante, teniendo siempre presente su dignidad inalienable de hijo de Dios, así carezca de cultura o de riqueza. Sólo quien está bien construido por dentro puede ver su ubicación en el marco societario —instituciones, sociedades intermedias— como ocasión insoslayable para la solidaridad y el servicio.
6 páginas
2013-08-08T00:00:00ZConfianza y convivencia armónicaRodríguez Iturbe, José Benjamínhttp://hdl.handle.net/10818/285092023-06-06T19:58:17Z2010-06-26T00:00:00ZConfianza y convivencia armónica
Rodríguez Iturbe, José Benjamín
Quienes gentilmente me invitaron para esta exposición en el grado del MBA del Inalde sugirieron que les hablara de la confianza. Aspiro, respondiendo a esa indicación, dejar a la consideración de Uds. referencias de carácter ético general en torno a un tema central, que me luce importante. Sin confianza y apertura a los demás, cada quién se ubica en una clausura marcada de angustias, recelos, miedos, cuando no de odios. Sin confianza entre marido y mujer no hay hogar que merezca nombre de tal. Sin confianza en el subalterno por parte de quien manda es difícil, por no decir imposible, mandar bien; y, por supuesto, sin confianza hacia quien manda, por parte de quien debe obedecer, no habrá eficacia ni armonía en el ámbito laboral. S. Josemaría Escrivá, cuyo espíritu debe informar la Universidad de La Sabana y el Inalde, que de gobierno de personas y de formación para el mismo sabía, procuró siempre practicar y enseñar el gobierno colegial fundado en la confianza. “Las decisiones de gobierno —nos dice en Surco—, tomadas a la ligera por una sola persona, nacen siempre, o casi siempre, influidas por una visión unilateral de los problemas. —Por muy grandes que sean tu preparación y tu talento, debes oír a quienes comparten contigo esa tarea de dirección” . Y añadía: “Cuando el que manda es negativo y desconfiado, fácilmente cae en la tiranía” .
El jefe déspota y el colega que sólo ve en sus compañeros adversarios, competidores a quien debe poner zancadillas, encuentran su origen en una actitud nutrida de recelo, de quien siempre está en un round de sombra contra su prójimo. El complejo de la conspiración universal y de la supuesta siempre perversa intención ajena, hacen ver al desconfiado la vida como una carrera de obstáculos contra su semejante. De todo lo que le pasa tienen la culpa los demás. El desconfiado termina, así, por ser incapaz de dar y recibir nada que vaya más allá de la esfera de su ego. El desconfiado suele ser un personaje sin alegría y sin esperanza. Es aquel que siempre sobredimensiona los problemas y resulta miope para descubrir soluciones. Es aquel sujeto impotable que se considera acreedor de todos y deudor de nadie. El desconfiado suele, por ello, terminar muy solo y sus triunfos a menudo son pírricos. La desconfianza es un ave de mal agüero que hace su nido en la mente torcida de quien sólo piensa en sí mismo y para sí mismo.
18 páginas
2010-06-26T00:00:00Z