@misc{10818/60700, year = {2024}, month = {1}, url = {http://hdl.handle.net/10818/60700}, abstract = {El mundo contemporáneo lo sostiene, entre las cosas más importantes, el hiperconsumo y la hiperproducción en masa. La prosperidad del modelo capitalista provoca tendencias, algunas filosóficas, por reducir al humano a un mero agente económico que, esencialmente, consume y produce. En efecto, el humano, como cualquier otro organismo, agota, desgasta, y consume para vivir; es más, basta con observar nuestro alrededor para apreciar la infinidad de artificios que han nacido a partir del pensamiento y la cooperación de la raza humana. A pesar de su vulnerable corporeidad, el hombre ha logrado traspasar las fronteras de la naturaleza por medio del consumo y la producción. Pero… ¿esa premisa justifica que sea la producción y el consumo de bienes lo que defina nuestra humanidad? ¿ese es nuestro fin? Y es que, si hablamos de fines, pienso en el inicio de “Ética a Nicómaco”; concretamente, aquel fragmento en donde Aristóteles afirma que “el bien es aquello a lo que todas las cosas tienden” (Arist., EN, 1094ª). ¿A qué idea de bien remiten las teorías económicas utilitaristas, precursoras de dichas tendencias reduccionistas? De seguro en un concepto de bien superfluo, que se encuentra anclado a la materialidad y el enriquecimiento económico.}, publisher = {Universidad de La Sabana}, title = {Educar capacidades para la vida: la meta que comparten el Liceo de los Andes y el enfoque de capacidades}, author = {Sacristán Pedraza, Nicolás}, }